La forma en la que se propagan los incendios forestales está cambiando. El abandono rural, el cambio climático, las sequías e incluso la propia naturaleza de los incendios ha desembocado en los incendios forestales de sexta generación.
¿Sabías que más de siete millones de hectáreas ardieron durante el año pasado en Australia? Se trata de los incendios más destructivos que el país ha vivido, y que algunas investigaciones de carácter científico habían previsto hace ya unos años.
Qué es un incendio de sexta generación
Este término comenzó a ganar popularidad hace unos tres años aproximadamente, cuando el norte de Chile quedó arrasado por la enorme voracidad de los incendios forestales. La particularidad de estos incendios es consecuencia de la interacción de las condiciones climáticas y atmosféricas. La emisión de un gran volumen de calor genera corrientes de aire que retroalimentan a las llamas y multiplican sus efectos.
Ejemplos de incendios de sexta generación
La frecuencia de los incendios de sexta generación no ha dejado de aumentar en los últimos años. A la catástrofe de Chile se sumó la tragedia de Pedrógão Grande en Portugal. Sesenta personas quedaron calcinadas en pocos segundos por una tormenta ígnea.
En España también vivimos momentos muy duros, tanto en Gran Canaria como en Tarragona, donde los equipos de extinción tuvieron que luchar ferozmente contra el fuego. Además, Grecia y California también tuvieron que lidiar con incendios forestales de sexta generación de características similares en el año 2018.
Propagación de los incendios forestales de sexta generación
Una de las principales características de los incendios de sexta generación es su rapidez. En tan solo seis horas, el incendio que se produjo en Tarragona había arrasado alrededor de 2.000 hectáreas en el año 2019.
Este fenómeno devastador se debe a las grandes corrientes de aire. Disponiendo de tanto material combustible (árboles, vegetación, altas temperaturas, vientos, maleza…) se liberan grandes cantidades de energía. Es así como enormes columnas de aire caliente ascienden hasta la atmósfera, y realimentan las llamas de la superficie.
Los equipos de extinción de los incendios forestales estaban familiarizados con los “pirocúmulos”. Sin embargo, en los últimos años han tenido que enfrentarse a los “pirocumulonimbus”, que son muros de más de diez kilómetros de altura capaces de llegar a la troposfera. Coloquialmente, podemos denominarlos “enormes tormentas de fuego” que alcanzan una magnitud contra la que es imposible luchar.
Cuando se producen este tipo de incendios, la reacción ha de ser muy rápida y unánime, tanto por parte de las autoridades como de los equipos de extinción.